Sobre “siglos de desperdicio” en El País del domingo 27 de julio 2008
Ilustrísimo Señor Marías, he de reconocer que no le leo a usted, que me salto su página del semanario sin echarla de menos, pero no se vaya a usted a creer que sin conocimiento de causa voy a soltar el discursito. Ayer, le leí.
Yo entiendo que los hombres de la Academia como usted, no pueden estar en todo, que bastante tienen con dictar sentencia contra el mal uso de las palabras. Seguro que con los tiempos que corren deben estar muy ocupados, y digo ocupados porque en esa academia que limpia fija y da esplendor sin tan siquiera saber como se saca el polvo de cualquier mueble, todo se respira en masculino sexista. Así que si se aburre con los hombres y las mujeres políticas, yo le recomiendo al pueblo llano, la TV, mismamente, aunque lo mismo enferma.
Yo ayer también enfermé después de leer su “zona fantástica” aunque puede ser que esté usted esté escribiendo ciencia ficción y yo no me haya dado cuenta.Ya sabe, las mujeres del pueblo llano somos poco dadas a captar las sutilezas de sus eminencias…..
También puede ser que haya sido víctima de un becario o becaria en tal estado de perversidad que ayer resaltó de su sección; “imaginar a una mujer que por elección no trabaja produce bostezos”
Yo le escribo en nombre de mi madre (y como ella fueron y son legión), que no “trabajaba” como usted dice, pero a la que yo vi sin dejar de trabajar hasta que la enfermedad la retiró, ¡señor mío! pensar a estas altura del partido que el trabajo doméstico no es trabajo es demencial, o ¿es que las lechugas van solas del mercado al cajón de la verdura de la nevera y los platos desfilan por la encimera en viaje de ida y vuelta al lavavajillas?. ¿Sabe usted lo que pasa por la cocina? ¿No se plancha las camisas? ¿No se las plancharon a su padre?, ¿no le contaron cuentos por las noches, ni le aguantaron a pie de cama las fiebres del crecimiento?
Tal vez usted nació en una familia con servicio doméstico. El servicio doméstico sí parece trabajo, pero el que realiza una mujer que se dedica a su casa y a la crianza de las criaturas (esos seres maleducados perpetuamente pegados a la pantalla del ordenador porque papá y mamá trabajan y no tienen tiempo para educarlos), no parece tener tal categoría. Claro que no cotiza, claro que lo que ocurre entre las cuatro paredes de la casa carece de horizontes y claro, así, como usted dice: “habrán aburrido a sus maridos hasta la náusea y en consecuencia habrán sido abandonadas por ellos, demasiado tarde”, creo que la visión sexista de la serie que ve “mad men” le perturba.
No sea simple, ilustrísimo, la clave está en que cada una elija y pueda elegir su camino el de la sacar su cabeza, como dice o dedicarse a sus labores feliz y contenta teniendo en cuenta que nadie le habrá colocado un destino que no desea y cada cuál a lo suyo, a aburrir maridos (como si ellos fueran el paradigma de la diversión) o a despellejarse viva en una empresa, pero no me ahogue usted con su mirada proustiana del tiempo perdido por las mujeres a lo largo de los siglos...
Yo entiendo que los hombres de la Academia como usted, no pueden estar en todo, que bastante tienen con dictar sentencia contra el mal uso de las palabras. Seguro que con los tiempos que corren deben estar muy ocupados, y digo ocupados porque en esa academia que limpia fija y da esplendor sin tan siquiera saber como se saca el polvo de cualquier mueble, todo se respira en masculino sexista. Así que si se aburre con los hombres y las mujeres políticas, yo le recomiendo al pueblo llano, la TV, mismamente, aunque lo mismo enferma.
Yo ayer también enfermé después de leer su “zona fantástica” aunque puede ser que esté usted esté escribiendo ciencia ficción y yo no me haya dado cuenta.Ya sabe, las mujeres del pueblo llano somos poco dadas a captar las sutilezas de sus eminencias…..
También puede ser que haya sido víctima de un becario o becaria en tal estado de perversidad que ayer resaltó de su sección; “imaginar a una mujer que por elección no trabaja produce bostezos”
Yo le escribo en nombre de mi madre (y como ella fueron y son legión), que no “trabajaba” como usted dice, pero a la que yo vi sin dejar de trabajar hasta que la enfermedad la retiró, ¡señor mío! pensar a estas altura del partido que el trabajo doméstico no es trabajo es demencial, o ¿es que las lechugas van solas del mercado al cajón de la verdura de la nevera y los platos desfilan por la encimera en viaje de ida y vuelta al lavavajillas?. ¿Sabe usted lo que pasa por la cocina? ¿No se plancha las camisas? ¿No se las plancharon a su padre?, ¿no le contaron cuentos por las noches, ni le aguantaron a pie de cama las fiebres del crecimiento?
Tal vez usted nació en una familia con servicio doméstico. El servicio doméstico sí parece trabajo, pero el que realiza una mujer que se dedica a su casa y a la crianza de las criaturas (esos seres maleducados perpetuamente pegados a la pantalla del ordenador porque papá y mamá trabajan y no tienen tiempo para educarlos), no parece tener tal categoría. Claro que no cotiza, claro que lo que ocurre entre las cuatro paredes de la casa carece de horizontes y claro, así, como usted dice: “habrán aburrido a sus maridos hasta la náusea y en consecuencia habrán sido abandonadas por ellos, demasiado tarde”, creo que la visión sexista de la serie que ve “mad men” le perturba.
No sea simple, ilustrísimo, la clave está en que cada una elija y pueda elegir su camino el de la sacar su cabeza, como dice o dedicarse a sus labores feliz y contenta teniendo en cuenta que nadie le habrá colocado un destino que no desea y cada cuál a lo suyo, a aburrir maridos (como si ellos fueran el paradigma de la diversión) o a despellejarse viva en una empresa, pero no me ahogue usted con su mirada proustiana del tiempo perdido por las mujeres a lo largo de los siglos...
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